ACTIVA
Una plataforma para hacer juntos lo que solos no podemos. En tiempos de incertidumbre, ACTIVA propone profesionalizar la colaboración y transformar la manera en que las organizaciones empresarias trabajan entre sí. Un llamado a la acción con impacto colectivo.
SOCIAL
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Nos encontramos con Emilio Etchegorry en su visita a Río Cuarto. La cita fue cálida, personal, en la sede de la Cámara de Industriales Metalúrgicos local. Venía de compartir un desayuno con empresarios y referentes institucionales. El motivo de su paso por el sur cordobés: presentar ACTIVA, una plataforma que él mismo impulsa y que define con claridad como una herramienta para acelerar procesos de colaboración empresarial.
Etchegorry es una figura histórica de la gremial empresaria de Córdoba capital. Ex presidente de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y Componentes de Córdoba (CIMCC), fundador de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), lleva más de 30 años liderando y acompañando organizaciones intermedias. En esta entrevista íntima y a fondo, compartió los orígenes de su vocación, la conexión entre industria y trabajo colectivo, y la necesidad urgente de profesionalizar la gestión de redes y espacios colaborativos. “ACTIVA no reemplaza, potencia. No teoriza, facilita. Y no centraliza, articula”, dice.
- ¿Cómo llegaste del mundo de los fierros metalúrgicos al de las organizaciones y la activación social?
Eso está en mi ADN. Desde chico fui boy scout, participé en grupos juveniles, siempre estuve vinculado a lo social. Fui uno de los fundadores de la Asociación de Jóvenes Empresarios y llevo más de tres décadas en la comisión directiva de la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba. Ese compromiso se te mete tan adentro que pasa a ser parte de tu vida. Y los dolores que descubrís en esas agendas son los que te empujan a buscar maneras de mejorar, de hacer que las cosas funcionen mejor.
–¿Qué te aportó el mundo industrial a tu visión? ¿Qué hay de la agenda metalúrgica que compone tu identidad?
El trabajo. El trabajo y la capacidad de hacer. Las cosas no pasan solas: somos nosotros los que hacemos que pasen. Un producto se termina con trabajo, y con las organizaciones pasa igual. Hay que ponerle esfuerzo para que funcionen y, después, seguir mejorándolas. Si no las mejorás, te reemplaza la competencia o dejan de tener sentido. Esa lógica de mejora continua está muy presente en la industria y me marcó profundamente.
–ACTIVA surge de un diagnóstico sobre lo que la sociedad necesita para desarrollarse. ¿Cómo ves los desafíos que tenemos que enfrentar para ganar competitividad y bienestar?
Primero, tenemos que profesionalizar a quienes gestionan estos espacios. Para comprar una casa, voy a un profesional. En salud, consulto a un médico. Pero para liderar espacios colaborativos… no hay profesionales formados. No existe una tecnicatura, una carrera de grado ni un posgrado en gestión de espacios colaborativos. Eso es una deuda pendiente. Necesitamos aprender a gestionar lo colectivo, porque esos espacios son los que apalancan el crecimiento. Nos permiten hacer juntos lo que solos no podemos. Si el mercado lo resuelve, lo compro en el mercado. Pero esto va más allá: tiene que ver con cómo construimos una escuela, cómo funciona un club, cómo hacemos que el aeroclub de Río Cuarto crezca. Es transversal a todos los sectores.
–¿Cómo nace la idea de tu libro y qué vínculo tiene con tu proyecto actual?
Surge de un enojo. En un momento de tensión dentro de la Cámara, para evitar que hubiera dos listas, quedé afuera. Enojadísimo, empecé a escribir. Lo hice desde la bronca, pero en ese proceso descubrí que no teníamos un marco lógico ni un aprendizaje sobre cómo trabajar colaborativamente como dirigentes o como parte de un staff. Me di cuenta de que faltaban herramientas y que había que profundizar. Ese libro se volvió un llamado a la acción. No fue catarsis ni resignación. Fue reflexión y punto de partida.
–Lo que transmitís con ACTIVA no es un método teórico ni un proceso académico. Es más bien un impulso, una energía movilizadora. ¿Cómo lo describís?
ACTIVA tiene dos dimensiones. Por un lado, una plataforma digital: una herramienta con datos, vínculos y tecnología que ayuda a profesionalizar la gestión de proyectos colaborativos. Pero lo más importante es la comunidad que se apoya en esa plataforma. Una comunidad basada en el poder del servicio, sin coerción. Lo que ofrecemos tiene que ser tan útil y necesario que la gente quiera seguir participando.
Nuestra agenda es construir una comunidad que quiera que las organizaciones en Argentina funcionen mejor. Nosotros somos como la sangre que circula: generamos articulación, llevamos vínculos, contactos, espacios. Ayudamos a que los procesos de desarrollo sucedan.