Análisis de Paul Krugman

Una mirada mordaz de Paul Krugman sobre la apuesta de Donald Trump por Javier Milei. El Nobel advierte que el supuesto rescate argentino revela la alianza entre poder político y financiero que redefine el lema “América Primero” como “Amigos multimillonarios primero”.

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Argentina: un desastre muy trumpista

La administración Trump está haciendo tantas cosas corruptas, destructivas y simplemente estúpidas que el fallido intento de rescatar a Javier Milei, el presidente argentino con estilo MAGA, con miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, ni siquiera entra en el top 10. Pero el desastre argentino está recibiendo mucha atención pública, y con razón: es una lección ejemplar, una demostración desnuda de la hipocresía y la incompetencia de la administración.

Permítanme plantear dos preguntas sobre este desembolso de 20 mil millones, o tal vez 40 mil millones de dólares de fondos estadounidenses. (Scott Bessent, secretario del Tesoro, ha hablado de una segunda línea de crédito financiada por el sector privado, pero no veo por qué alguien invertiría dinero en esa facilidad sin algún tipo de respaldo oficial de Estados Unidos que vuelva a poner a los contribuyentes en riesgo).
Primero: ¿qué tiene esto que ver, si es que tiene algo, con el interés nacional estadounidense?
Segundo: ¿tendrá éxito este rescate y, si lo tiene, para quién?

Bessent ha dicho que Argentina es un “aliado de importancia sistémica”. Como señala con ironía un editorial del Financial Times —no precisamente un diario de izquierda—, eso “será una novedad para muchos”.

Una forma de mostrar la debilidad del argumento a favor de este rescate es comparar los actuales vínculos económicos de EE. UU. con Argentina con el interés estadounidense en México en 1995, cuando la administración Clinton ofreció un paquete de ayuda financiera a nuestro vecino que, superficialmente, podría parecer similar a lo que Bessent está otorgando al gobierno de Milei.
En 1994, justo antes de la crisis financiera que llevó a Clinton a intervenir, México representaba el 10 % de las exportaciones estadounidenses, cifra que aumentaría con el tiempo a medida que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte integró estrechamente nuestras economías. Además, México está justo al lado, lo que da a EE. UU. un interés evidente en su estabilidad política.

Argentina, por decir lo menos, no está al lado, y representa menos del 0,5 % de las exportaciones estadounidenses. ¿Por qué, exactamente, deberían los contribuyentes estadounidenses rescatar a Javier Milei?

Sabemos por qué Trump y Bessent quieren ayudarlo.
Primero, porque es un favorito del movimiento MAGA, aficionado a posar con derechistas estadounidenses sosteniendo una motosierra como accesorio. Así que los trumpistas quieren que un político de derecha y antiestatal tenga éxito, sin importar cuánto dinero público se necesite.

Segundo, algunos multimillonarios de fondos de cobertura —amigos personales de Bessent— apostaron fuerte por Milei y compraron bonos argentinos. El paquete de rescate casi con certeza no logrará dar vuelta la economía argentina y probablemente tampoco salvará políticamente a Milei. Pero quizá le compre tiempo suficiente a los amigos de Bessent para sacar su dinero antes de que se derrumbe la economía argentina.

Sin embargo, los acontecimientos podrían adelantarse a los planes de Bessent. Como explicaré en breve, la situación de Milei parece deteriorarse rápidamente, y la intervención de Trump podría estar empeorándola.

Milei ha logrado reducir la tasa de inflación de Argentina, pero sólo manteniendo el peso sobrevaluado frente al dólar. Esta es una estrategia probada e inútil —es decir, una estrategia que se ha intentado muchas veces y siempre ha fracasado—.
Típicamente, hay una euforia inicial. Luego, a medida que la moneda sobrevaluada provoca desempleo creciente y una reacción política adversa, el dinero comienza a salir del país anticipando una futura devaluación.

Los actos finales de una “estabilización basada en el tipo de cambio” fallida suelen desarrollarse así: durante un breve período el gobierno intenta evitar la fuga de capitales y sostener la moneda elevando las tasas de interés, a veces a niveles increíbles. Pero las tasas exorbitantes agravan el dolor económico. Finalmente, la presión política se vuelve insoportable y se permite que la moneda se hunda.

Ahora bien, aunque EE. UU. está comprando pesos, Argentina debe reembolsar el préstamo de la “línea de swap” en dólares al tipo de cambio vigente, por lo que los contribuyentes estadounidenses no perderían directamente con una devaluación. Pero, ¿de dónde saldrán los dólares? De manera realista, el dinero de los contribuyentes está claramente en riesgo.

Estoy seguro de que Bessent conoce muy bien este libreto. Después de todo, comenzó su carrera trabajando para George Soros y fue parte del equipo que aceleró la devaluación británica de 1992 al apostar, con éxito, contra la libra sobrevaluada.

El “Miércoles Negro”, 16 de septiembre de 1992 —día en que el gobierno británico se rindió y dejó caer la libra—, formó parte de una crisis más amplia del Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo, un intento de mantener tipos fijos entre las monedas nacionales.
Como documentó un informe posterior del Fondo Monetario Internacional, todos los países que enfrentaron ataques especulativos mostraron el mismo patrón: tasas de interés en alza antes de la devaluación, mientras los gobiernos intentaban detener la salida de dinero.

Entonces, ¿qué está ocurriendo en Argentina? Me alegra que lo pregunten.
El gráfico al comienzo de este artículo muestra la tasa de recompra de pesos con garantía a un día —algo así como la tasa de fondos federales en EE. UU.—. El gráfico muestra el desastre que se ha convertido el rescate argentino: mientras la tasa ya subía rápidamente antes del anuncio de la intervención del Tesoro estadounidense, desde ese día se ha disparado —del 80 % al 160 %—. Y, como descubrió cada país que siguió este camino, una tasa de interés tan alta es catastrófica para cualquier plan económico y para cualquier gobierno.

Para mayor claridad, debo señalar que ha habido momentos en que los préstamos —o incluso la mera promesa de ellos— a países en problemas lograron estabilizar la situación. Por ejemplo, el préstamo de Bill Clinton a México ayudó a estabilizar su economía: se recuperó y el préstamo fue reembolsado por completo, antes de lo previsto.
Sin embargo, eso ocurrió bajo circunstancias muy distintas a las de Argentina: el gobierno mexicano de entonces era realista y competente, había devaluado el peso antes del préstamo y siguió con políticas económicas responsables.

En 2012, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, detuvo una crisis financiera en la UE al declarar que haría “lo que fuera necesario” para apoyar a los países con problemas (principalmente España, Grecia y Portugal). Su declaración funcionó: estabilizó el euro y redujo las tasas de interés. Eso fue posible porque las poblaciones de esos países estaban dispuestas a aceptar años de dolorosa austeridad como precio de permanecer en la zona euro, algo que el pueblo argentino claramente no está dispuesto a hacer.

Ninguna de esas situaciones se aplica a Argentina. Milei y Bessent siguen atrapados en un pensamiento mágico sobre lo que la economía de derecha o un rescate del Tesoro de EE. UU. pueden lograr.
De manera increíble, los anuncios recientes de Trump han empeorado aún más la situación. Al declarar
que el apoyo económico estadounidense continuará sólo si Milei gana las elecciones, ha galvanizado a la oposición argentina, lo que ha provocado mayor fuga de capitales y tasas de interés aún más altas. Trump parece vivir en su propio reino mágico, ajeno a cuán impopular es su actitud de matón hacia otros países. Ahora parece probable que Milei sufra una derrota aún mayor en las elecciones de este mes de la que habría tenido sin la “ayuda” de Trump.

Sin embargo, sabemos que al menos un grupo de facilitadores de este fiasco financiero saldrá beneficiado: los fondos de cobertura que apostaron por Milei. Pueden aprovechar el sostenimiento artificial del peso para retirar su dinero.
Porque esta es la verdadera lección de Argentina: “América Primero” realmente significa “Los Amigos Multimillonarios Primero”.