Balance Metalúrgico
Entre jardines centenarios y salones de impronta francesa, ADIMRA despidió el año con un mensaje claro: frente a un contexto desafiante, la industria metalúrgica reafirma su vocación colectiva, el trabajo conjunto y la necesidad de construir competitividad con mirada estratégica.
INDUSTRIA
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Bajo las luces cálidas del Palacio Sans Souci, entre jardines diseñados para el ocio aristocrático y salones que evocan una Europa de otros tiempos, la industria metalúrgica argentina encontró un escenario singular para cerrar un año complejo. El clima fue festivo, pero no ingenuo: como el propio palacio, pensado para atravesar épocas, la industria volvió a reafirmar su capacidad de resistir, adaptarse y proyectarse en medio de la incertidumbre.
El Encuentro de Fin de Año de ADIMRA reunió a empresarios, dirigentes y referentes sectoriales en una noche marcada por el intercambio, los balances y las señales hacia adelante. En ese marco, el presidente de la entidad, Elio Del Re, sintetizó un espíritu compartido: “El industrial es optimista por naturaleza, y la salida nunca es individual: es colectiva”. La frase resonó con fuerza en un contexto donde la presión sobre la producción y el empleo atraviesa a buena parte del entramado pyme.
Del Re también subrayó la continuidad histórica de la institución: “En estos 121 años la institución siempre representó el trabajo conjunto y coordinado de toda la metalurgia argentina”. Y al iniciar el 122° aniversario, reforzó una definición política y productiva: “Argentina necesita industria, necesita industria metalúrgica y necesita de todos nosotros”.
El encuentro también fue espacio para pensar la inserción internacional y la competitividad. En esa línea, el presidente de la UIA, Martín Rappallini, planteó que “el secreto es cómo trabajamos para que la mayor cantidad de empresas se adapten a este nuevo modelo de integración al mundo y competitividad”, destacando el rol articulador de las entidades empresarias.
La preocupación por la caída de la actividad estuvo presente, pero acompañada de propuestas. “Estamos trabajando fuerte para que se reactive la economía”, señaló Rappallini, y mencionó la necesidad de instrumentos de crédito para los sectores más afectados.
Entre brindis, conversaciones cruzadas y una arquitectura que invita a pensar en largos plazos, el mensaje fue consistente: con optimismo y compromiso, el futuro industrial no se construye en soledad. Se construye, como se repitió durante la noche, entre todos.
