Brasil por el multilateralismo en la OMC

La reciente intervención de Brasil en la OMC contra las tarifas impuestas por Estados Unidos marca un punto de inflexión en la política comercial del gigante sudamericano. En paralelo, el gobierno de Lula da Silva profundiza su acercamiento estratégico a México, en busca de alternativas regionales frente al avance del proteccionismo norteamericano. En un escenario global cada vez más tensionado, el multilateralismo reaparece como bandera y como advertencia.

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Brasil sacudió el tablero de la Organización Mundial del Comercio (OMC) al presentar una denuncia formal contra lo que denominó “coerción comercial” por parte de Estados Unidos. La intervención, encabezada por la delegación brasileña en Ginebra, evitó nombrar directamente a Washington, pero dejó claro su descontento ante la creciente utilización de tarifas arancelarias como herramienta política. El detonante fue el anuncio de nuevas medidas proteccionistas desde la Casa Blanca, que afectarían directamente exportaciones clave de Brasil, en el marco de un endurecimiento generalizado de la política comercial estadounidense.

El gesto brasileño va más allá de un diferendo puntual. Lula da Silva lo inscribe dentro de una estrategia que busca reposicionar a Brasil como defensor del multilateralismo, frente a un escenario global donde las grandes potencias priorizan el interés nacional por sobre las reglas comunes. “Brasil no acepta imposiciones, pero está dispuesto a negociar”, dijo el mandatario, quien también envió una carta formal al presidente estadounidense sin obtener respuesta diplomática, salvo publicaciones en redes sociales.

En este contexto, cobra especial relevancia el acercamiento entre Brasil y México. La reciente reunión bilateral con la presidenta Sheinbaum marcó un avance concreto hacia la ampliación del comercio entre ambas economías, con foco en la industria automotriz, la agricultura y las energías renovables. La habilitación del mercado brasileño para el aguacate mexicano es apenas una muestra de una agenda más ambiciosa que busca articular cadenas de valor regionales, con menor dependencia de EE. UU. y mayor integración Sur-Sur.

La política arancelaria de Washington, bajo el nuevo mandato de Donald Trump, amenaza con reconfigurar los equilibrios globales. El unilateralismo comercial y el uso del dólar como arma geopolítica generan tensiones incluso con países aliados. Brasil, que insiste en el uso de monedas locales en el comercio internacional, se perfila como uno de los actores que impulsan una reforma profunda del sistema multilateral.

Estos movimientos que reconfiguran el mapa del comercio internacional. Lo que está en juego no es sólo el flujo de bienes, sino las reglas del juego global: quién las escribe, quién las cumple y quién se beneficia. Y en ese tablero, América Latina vuelve a buscar un rol activo.