China hacia adentro: fortalezas y tensiones del modelo en marcha
Tercer artículo de la serie GloCal sobre el XV Plan Quinquenal. El documento oficial realiza un balance del ciclo 2021–2025: exhibe logros en crecimiento, innovación y desarrollo verde, pero también reconoce límites estructurales que condicionan el futuro.
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Antes de proyectar el rumbo hacia 2030, el XV Plan Quinquenal dedica un extenso apartado a evaluar el ciclo anterior, correspondiente al XIV Plan (2021–2025). Ese balance cumple una doble función: consolidar el relato de los logros alcanzados y, al mismo tiempo, reconocer las tensiones internas que obligan a redefinir prioridades. El mensaje es claro: China llega fuerte al nuevo ciclo, pero no sin contradicciones.
Desde la óptica oficial, los últimos cinco años estuvieron marcados por “avances históricos”. El documento destaca la capacidad de sostener el crecimiento en un contexto internacional adverso, atravesado por la pandemia, la disrupción de las cadenas globales de valor y el endurecimiento de las tensiones geopolíticas. Se subraya la consolidación de la lucha contra la pobreza extrema, el fortalecimiento de la infraestructura, el avance de la urbanización, el progreso en innovación científica y tecnológica, y una transición gradual hacia un modelo de desarrollo más verde.
La modernización industrial ocupa un lugar central en este balance positivo. China reafirma su condición de potencia manufacturera, con avances en sectores estratégicos como energías renovables, vehículos eléctricos, telecomunicaciones, automatización industrial y biotecnología. También se resalta la expansión del mercado interno y el crecimiento de una clase media urbana que sostiene el consumo como motor creciente del desarrollo.
Sin embargo, el propio documento reconoce que el desarrollo sigue siendo “desequilibrado e insuficiente”. Aparecen con nitidez los problemas estructurales: una demanda interna aún débil en relación con el potencial productivo, brechas persistentes entre regiones urbanas y rurales, tensiones en el mercado laboral, presión sobre las pequeñas y medianas empresas, y un proceso de envejecimiento poblacional que empieza a impactar en la dinámica económica.
Otro punto sensible es la transformación del modelo productivo. China admite que aún enfrenta cuellos de botella en tecnologías críticas, sobre todo en los eslabones de mayor complejidad, como los semiconductores avanzados. A esto se suma la necesidad de mejorar la productividad total de los factores, es decir, producir más valor con menos recursos, un desafío clave para sostener el crecimiento de largo plazo.
El balance del ciclo 2021–2025, entonces, combina fortaleza y fragilidad. China exhibe un aparato productivo sólido, capacidad estatal de planificación y una base tecnológica en expansión. Pero también reconoce que su modelo enfrenta límites que obligan a una nueva etapa de reformas, innovación profunda y reorganización del desarrollo.
Sobre esa tensión entre logros y restricciones se construye, precisamente, el corazón del XV Plan Quinquenal.
