Córdoba: un territorio que siembra futuro

La provincia de Córdoba concentra más del 70% de su superficie en uso agropecuario. Granos, carne, leche, cerdos, aves, miel: un ecosistema productivo diverso que explica su liderazgo nacional y proyecta a la región al mapa agroindustrial global.

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Córdoba no solo es paisaje: es territorio productivo. Según el último Censo Agropecuario, más del 71% de su superficie está destinada a la actividad agropecuaria. Esta magnitud explica el lugar central de la provincia en el tablero productivo argentino.

El reciente informe del BID, presentado en las jornadas de Política Agropecuaria en R[io Cuarto, permite dimensionar esta fuerza. La provincia lidera la producción de maíz, maní, sorgo y garbanzo, y ocupa el segundo lugar en soja y trigo. En las últimas cinco campañas, Córdoba produjo en promedio 36,8 millones de toneladas de granos, duplicando lo alcanzado una década atrás. El maíz es su estrella: representa más de un tercio del total nacional.

La ganadería bovina, aunque en retroceso en ciertos momentos, sigue siendo pilar: 4,7 millones de cabezas en 2022 y unas 472 mil toneladas de carne producidas. La lechería, por su parte, posiciona a Córdoba como primera productora nacional, con 3.900 millones de litros de leche cruda al año, lo que representa un tercio del total argentino.

El dinamismo también llega a los sectores intensivos. La provincia encabeza la producción porcina nacional con el 27,9% de los animales enviados a faena, un volumen que triplicó el de 2007. En avicultura, produce casi 100 mil toneladas anuales de carne y 654 millones de huevos. Y en apicultura concentra entre el 8 y 9% de la producción nacional, con 7.400 toneladas de miel.

Este entramado no es solo agrícola o pecuario: es industrial y exportador. La agroindustria cordobesa genera más del 70% de las divisas provinciales, por encima de sectores como la automotriz. La diversidad productiva, junto con la presencia de universidades y centros tecnológicos, da forma a un ecosistema que combina tradición y ciencia aplicada.

Desde una mirada glocal, Córdoba no se entiende únicamente por lo que produce sino por cómo lo hace. Su capacidad para integrar actores, innovar en procesos y responder a los mercados internacionales la proyecta como un laboratorio vivo de agroindustria. El desafío es claro: transformar volumen en valor, para que el territorio siga sembrando futuro.