Del taller al futuro

La presentación del libro que convirtió al ex Palacio de Justicia en un manifiesto por la educación técnica. En una sala colmada del histórico ex Palacio de Justicia, hoy convertido en centro cultural, se presentó Del taller a la fábrica, un libro que recopila el material teórico con el que trabajaron docentes de 31 localidades de Córdoba para problematizar aspectos clave como didáctica, aprendizaje, evaluación y vinculación con el mundo laboral. La Cámara Metalúrgica propuso crear una mesa por la calidad educativa.

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Las escaleras de mármol del renovado ex Palacio de Justicia recibieron a un auditorio desbordado. Afuera, la fachada neoclásica parecía custodiar un acontecimiento especial. Adentro, las paredes del antiguo tribunal —hoy centro cultural— vestidas con arte local enmarcaban la presentación del libro Del taller a la fábrica. La sala estaba repleta: docentes, empresarios, autoridades y comunidad educativa compartían una expectativa común. Con la presencia física y virtual, las autoras Gabriela Lynch y Delia Cavallini, luego del análisis agudo de César Galfione (CIMCC y CTD) y de los saludos en video de Elio del Re, presidente de ADIMRA, y de Horacio Ferreyra, ministro de Educación. En ese clima cargado de historia y simbolismo, tomó la palabra el presidente de la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Río Cuarto, Ezequiel Podversic.

Lo que siguió no fue una presentación más. Fue —como él mismo dijo— “la presentación de una causa”. Podversic sostuvo que este libro no es un objeto editorial sino “una declaración de principios”, y que el trayecto formativo que lo originó reveló algo esencial: cuando los docentes reciben acompañamiento, método y horizonte, responden con compromiso y creatividad. La experiencia reunió a 100 docentes MEP y FAT de 31 localidades y generó 77 propuestas concretas para mejorar la educación técnica. “Este libro es la voz de quienes sostienen el aula todos los días”, afirmó.

El titular de la CIM también marcó un límite claro: la voluntad docente existe, pero no alcanza sin condiciones materiales. Enumeró déficits: infraestructura, actualización tecnológica, talleres fortalecidos, prácticas profesionalizantes y, sobre todo, políticas públicas con financiamiento sostenido. “No hay calidad educativa sin financiamiento. No hay innovación sin inversión. No hay desarrollo sin políticas estables”, remarcó.

Podversic valoró la articulación público-privada, pero fue categórico: la educación técnica no puede descansar solo en el voluntarismo empresarial ni en el esfuerzo heroico de los docentes. Propuso crear una Mesa Permanente de Calidad Educativa en la ETP, integrada por el Ministerio, las inspecciones, las escuelas, la universidad y el sector productivo, con indicadores claros y medición permanente.

El cierre del discurso dejó una frase que resonó fuerte entre los presentes:
“Si queremos un país industrial, necesitamos una educación técnica financiada, medida y sostenida como política de Estado.”

Entre aplausos, el libro se convirtió más que en una publicación: en el punto de partida de una agenda estratégica que une educación, industria y territorio.