Diálogo y responsabilidad social

Cristian Santos, decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC, dialoga con GloCal en el marco del 54° aniversario de la Universidad.

SOCIAL

Cristian Santos, decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC, dialoga con GloCal en el marco del 54° aniversario de la Universidad. Con una mirada comprometida, reflexiona sobre el rol de la universidad pública, el vínculo con el territorio, los desafíos sociales actuales y la construcción colectiva del conocimiento desde las humanidades y las ciencias sociales.

¿Cuáles son algunos rasgos significativos de su trayectoria profesional que marcan su visión como docente y gestor universitario?

Soy Licenciado en Economía por la UNRC y Magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad Nacional de Quilmes. Me desempeño como docente de Economía Política en carreras como Abogacía, Ciencia Política, Ciencias Jurídicas e Historia, dentro de la Facultad de Ciencias Humanas. He dirigido proyectos de investigación y extensión, y trabajé durante más de una década en la Oficina de Vinculación Tecnológica de la UNRC. Fui Secretario Técnico de la Facultad entre 2017 y 2021, Vicedecano entre 2021 y 2023, y desde el 19 de agosto de 2024 ocupo el cargo de Decano.

¿Cómo describiría el perfil actual de la Facultad de Ciencias Humanas?

Nuestra Facultad dicta 28 carreras de grado, que representan la mitad de la oferta total de la UNRC. Aborda disciplinas desde la Filosofía —la madre de todas las ciencias— hasta carreras profesionalizantes como Abogacía, Enfermería y las nuevas licenciaturas en Periodismo, Diseño, Producción y Realización Audiovisual, y Comunicación Institucional y Desarrollo. Además, contamos con 11 carreras de posgrado: un doctorado, tres maestrías, dos especializaciones y cinco diplomaturas. Participan 450 docentes, 30 nodocentes y cerca de 7.000 estudiantes.

En cuanto a investigación, sostenemos 74 proyectos internos, 14 con financiamiento externo y 50 becas de investigación. La mayoría de nuestras y nuestros investigadores se integran en los institutos de doble dependencia UNRC-CONICET. Uno de ellos es el Instituto de Investigaciones Sociales Territoriales y Educativas (ISTE).

¿Cómo se vincula la Facultad con las problemáticas sociales del territorio?

Esa articulación se materializa principalmente a través de proyectos de vinculación social —lo que antes llamábamos “extensión universitaria”— y que aquí denominamos Vinculación Social e Institucional. Tenemos actualmente 7 proyectos financiados por convocatorias de la UNRC y otros 7 aprobados que no pudieron financiarse por restricciones presupuestarias. Además, sostenemos una convocatoria interna desde nuestra propia Facultad, que en su última edición aprobó 15 proyectos.

También implementamos dispositivos como las Actividades de Vinculación con el Medio (AVIM) y las Actividades de Articulación Investigación-Extensión. A través de ellos, se ejecutan acciones concretas en el territorio con instituciones sociales. Las Prácticas Sociocomunitarias (PSC), incluidas en los programas de asignaturas, tienen gran desarrollo: de las 26 PSC activas en toda la universidad, 14 pertenecen a nuestra Facultad.

¿Qué estrategias se aplican para conectar la producción académica con el desarrollo comunitario y la proyección global?

Concebimos la extensión como un espacio estratégico para poner nuestras capacidades al servicio de las necesidades populares. La clave es el diálogo de saberes: integrar el conocimiento social a la universidad y que ese intercambio enriquezca tanto la intervención como la producción académica.

Este posicionamiento requiere revisar nuestras prácticas, conectar docencia, investigación y extensión con las organizaciones sociales y el Estado. Queremos una universidad territorializada, que construya redes y alianzas y que sea parte activa del tejido social. A su vez, es necesario ejercer un rol prospectivo, anticipando problemas emergentes y desarrollando estrategias a largo plazo. En este sentido, las Mesas de Articulación Barrial son una herramienta fundamental: permiten identificar demandas desde los barrios periféricos y orientar proyectos de investigación o vinculación que nacen del diálogo con actores como escuelas, municipios u organizaciones.

Frente a las tensiones actuales sobre la universidad pública, ¿cómo gestionan esas diferencias?

Primero que nada, dándoles identidad. No sirve negarlas. El Estado está siendo cuestionado en su esencia, y con él las universidades y la ciencia nacional. A veces, incluso dentro de la propia comunidad universitaria.

Nosotros decidimos habitar esas interpelaciones. La fórmula es trabajo, humildad y diálogo. Nuestros órganos de gobierno son colegiados, integrados por representantes de todos los claustros. Escuchar es esencial. También lo es mirar desde las periferias, no solo desde dentro del campus.

Defendemos con convicción el sistema universitario público argentino. Tiene mucho para mejorar, sí, pero no es desfinanciándolo como se resuelven sus desafíos. Al contrario, su fortalecimiento es clave para el desarrollo del país.

¿Qué perfil de universidad proyectan para los próximos años?

Soñamos con una universidad que se mire desde las periferias existenciales, que forme ciudadanos críticos y comprometidos con el buen vivir de la comunidad. Que cultive profesiones útiles al desarrollo sociocultural, que haga ciencia y tecnología con sentido, integradas al territorio y puestas al servicio de la transformación social.