Dificultoso construir un sueño

Germán Barros, decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la UNRC, reflexiona sobre el presente y futuro de la universidad pública en un momento de desafíos estructurales.

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GloCal

Germán Barros, decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la UNRC, reflexiona sobre el presente y futuro de la universidad pública en un momento de desafíos estructurales. En esta entrevista con GloCal, y en el marco del 54° aniversario de la UNRC, repasa su trayectoria institucional, los proyectos estratégicos de su Facultad y las tensiones que atraviesan al sistema científico y educativo. Desde la perspectiva de territorio, producción y desarrollo, Barros propone pensar colectivamente una universidad inclusiva, crítica y profundamente vinculada con su comunidad.

Una trayectoria situada

Desde hace más de 26 años, Germán Barros transita la Universidad Nacional de Río Cuarto con la misma dedicación que al inicio. “Soy Microbiólogo y Doctor en Ciencias Biológicas, pero también me formé en docencia, que es una de mis grandes vocaciones”, confía. Actualmente es Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Profesor Asociado e Investigador Independiente del CONICET. Cuando se le pregunta por los hitos que marcaron su profesión, refiere, entre muchos, a su labor como formador y científico: “Tengo más de 50 publicaciones, dirigí tesis, dicté posgrados y participé en proyectos de investigación”. También destaca su compromiso territorial: “Lideré proyectos con instituciones públicas de la ciudad y la región”.

Desde la gestión, su visión institucional se profundiza. “Creo en una universidad pública comprometida con su entorno, que enseñe, investigue y escuche”, afirma. Y resume su enfoque con claridad: “Entiendo la gestión como una herramienta para potenciar capacidades, promover espacios colectivos y abrir caminos para otros”.

Una facultad como puente de movilidad social

Según datos de 2024, la Facultad cuenta con 2.632 estudiantes efectivos y más de 1.000 en materias de servicio en otras facultades. “El 67% proviene de Río Cuarto y el 63% es primera generación universitaria”, señala Barros. Además, más de 250 estudiantes cursan actualmente carreras de posgrado.

La Facultad tiene una vasta tradición en la enseñanza de las ciencias y una fuerte proyección en el desarrollo científico-tecnológico de la región. “Desde hace más de 50 años sostenemos el compromiso con la sociedad en el marco de la educación pública”, afirma. Actualmente, ofrece 12 carreras de grado, 3 de pregrado, 6 posgrados y 3 diplomaturas. Sus docentes dictan más de 300 asignaturas y participan activamente en proyectos de investigación, extensión y formación avanzada.

El trabajo se apoya en institutos de doble dependencia UNRC-CONICET y en una apuesta sostenida por la innovación. “Una característica saliente es la producción en ciencia, tecnología e innovación, impulsando una investigación interdisciplinar para hacer frente a desafíos y necesidades socio-productivas”. Barros subraya: “Uno de los desafíos continúa siendo la articulación de la investigación con el sector socio-productivo, definiendo metas, acciones concretas y canales de comunicación institucional adecuados”.

¿Cómo se articula la Facultad con las problemáticas sociales del territorio regional?

“La Secretaría de Extensión es un área clave donde se implementan y coordinan las políticas de vinculación generadas por el Consejo Directivo y el Decanato”, explica Barros. Allí se articulan convenios, protocolos y proyectos con instituciones, municipios y organizaciones sociales. También dependen de esta Secretaría las áreas de Graduados, Transferencia Tecnológica y el proyecto institucional Exactas Solidaria, que “apadrina anualmente distintas instituciones propuestas por los claustros y aborda demandas puntuales a través de acciones concretas”.

Actualmente, la Facultad impulsa el programa Exactas y los Municipios, con intervenciones en salud pública, ambiente, educación y formación ciudadana. “Destaca la relevancia que le otorgamos como gestión a la relación entre la universidad y el territorio”, afirma. En ese marco, “el desafío es escuchar y fortalecer la integración de la Facultad con otras instituciones y sectores sociales para elaborar respuestas transformadoras, útiles y comprometidas”.

“La Facultad está dispuesta a generar múltiples y flexibles formas de interacción con los sectores sociales, con los gobiernos, con las organizaciones populares y con el sector productivo”, remarca.

En un momento de fuerte interpelación a lo público y al rol de las universidades, ¿cómo gestionan desde la Facultad las tensiones internas y externas en torno al modelo de vinculación y de universidad?

Se hace dificultoso pensar en la Universidad Pública como institución sin tener en cuenta el contexto en el que habita en este mundo globalizado. Más allá de la realidad que nos toca vivir en las universidades nacionales en Argentina, la Educación Superior a nivel global está siendo desafiada por cambios vertiginosos de tipo sociales, culturales y tecnológicos en campos disciplinares diversos, que plantean nuevas problemáticas y exigen una capacidad adaptativa. Esto plantea nuevos escenarios educativos que nos desafían a repensar y revisar la Educación Superior desde dimensiones epistemológicas, pedagógicas, tecnológicas, curriculares, muchas de las cuales necesitan cambios de modelos culturales.

Por otro lado, la Universidad enfrenta una crisis institucional, identificada por una presión creciente para someterla a criterios de eficiencia y productividad de naturaleza empresarial, y está siendo impactada por una falta de inversión o lo que se puede denominar una descapitalización de la Universidad Pública. Una prueba de ello es que desde hace mucho tiempo el presupuesto universitario ha sufrido una importante disminución, hasta el extremo de tener que funcionar en estos últimos años con presupuestos reconducidos muy alejados de la realidad. Esto pone en evidencia que estamos ante un momento histórico, en el que está en juego el sostenimiento de uno de los pocos sistemas públicos, masivos, gratuitos y de acceso libre de Educación Superior en América Latina.

Nuestras convicciones parten de un posicionamiento claro: la Educación Superior no es un servicio, es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. Y como precisamente nosotros somos parte del Estado, es nuestra obligación defender este derecho a la Educación Pública, Gratuita y de Calidad. La Educación Superior debe ser una protagonista activa en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y con cohesión social.

Al desfinanciamiento del sistema universitario descripto anteriormente, otro hecho que tiene impacto de gran magnitud en nuestra Facultad es el fuerte recorte presupuestario en el sistema científico nacional, que trae como consecuencia no solo la afectación directa de una función de ciencia y técnica universitaria, sino una escasa capacidad de respuesta frente a nuevos escenarios. Las demandas y condicionamientos que surgen del nuevo modelo de sociedad, que concede al conocimiento un lugar más central que en épocas anteriores, no se limitan a la creación de conocimiento a través de la investigación, sino que atañen a todas las restantes funciones universitarias: nuevos perfiles profesionales, nuevas estrategias docentes, nuevas formas de relación con el entorno económico y social, nuevos métodos pedagógicos y didácticos, nuevos desafíos de pensamiento crítico y también nuevas formas organizativas.

Aquí es donde aparece una instrumentalidad pragmática: la de hacer ciencia en el marco de un modelo transferencista. Esto último nos hace pensar que, si bien la ciencia puede generar un “producto transferible”, limitarla a este concepto relega a un segundo plano el aporte real de una producción de conocimiento para el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.

Queremos manifestar que no nos preocupa solo el desfinanciamiento del Sistema Científico-Tecnológico sino, y más grave aún, la falta de una política pública clara en materia de ciencia y técnica que sea clave en el desarrollo de áreas estratégicas para el país. Con esto afirmamos que la generación de conocimiento por medio del avance científico es, ni más ni menos, que una forma de ejercer soberanía. Sin dudas, ningún pueblo que se precie de desarrollado desatiende su inversión en ciencia orientada a políticas públicas de largo plazo.

Esto no implica el total rechazo de la transferencia en ciencia y tecnología. Precisamente, lo expresado es una invitación a reflexionar sobre el qué, el para qué, el cómo y el quién determina y regula las condiciones contextuales e institucionales que habilitan, generan y demandan (o no) esa transferencia. Es una necesidad de resistir a la transferencia como único recurso, y más aún cuando se presenta como el recurso por excelencia. Sabemos que la transferencia de conocimientos es necesaria y significativa, pero cuando ocurre como parte de un proceso que reconoce y pone en valor la producción de conocimiento como emergente y posibilidad esencial para abordar problemáticas sociales; desarrollada a partir de reglas de juego claras, justas y no obligada por un contexto y condiciones asimétricas, desiguales y en muchos casos retrógradas.

Construyendo una visión o un sueño: ¿Qué perfil de universidad desea proyectar para los próximos años?

Resulta dificultoso construir un sueño que nos permita proyectar la universidad en los próximos años, teniendo en cuenta la difícil realidad que estamos atravesando como sistema universitario público. Lo que tenemos es la firme convicción de que seguiremos bregando por la urgente promulgación de una Ley de Financiamiento Universitario que permita a nuestra Institución cumplimentar con sus misiones y funciones, sin la cual se pone en riesgo el sostenimiento de uno de los pocos sistemas públicos, masivos, gratuitos y de acceso libre de Educación Superior en América Latina.

En particular, nuestra Facultad se caracteriza por una fuerte tradición sinérgica entre formación académica y científica, con docentes-investigadores de vasta trayectoria y reconocimiento a nivel nacional e internacional, formando recursos humanos de grado y posgrado que representan el semillero que retroalimenta y fortalece el sistema científico universitario. El actual desfinanciamiento de la ciencia tiene un impacto multidimensional de corto y largo plazo. En este momento, la falta de acceso a subsidios en el marco de programas y proyectos a nivel nacional afecta no solo las investigaciones de los nutridos equipos de trabajo, sino también a la docencia de grado, que se nutre de la investigación científico-tecnológica, y a la relación de la universidad con el medio socio-productivo.