Exportar sin castigo: un alivio fiscal que interpela el rumbo industrial
El Gobierno Nacional anunció la eliminación de retenciones para más de 4.000 posiciones arancelarias industriales. La medida, celebrada por los sectores fabriles, plantea interrogantes sobre su impacto real en un modelo económico que desarma la política productiva.
INDUSTRIA


En un contexto económico marcado por el ajuste fiscal y la liberalización de mercados, el Gobierno Nacional oficializó la eliminación de derechos de exportación para 4.411 posiciones arancelarias de Manufacturas de Origen Industrial (MOI), lo que representa el 88% de este universo. La medida reduce a cero las alícuotas que hasta ahora oscilaban entre el 3% y el 4,5%, y beneficiará, según datos oficiales, a unas 3.580 empresas, abarcando sectores como maquinaria agrícola, agropartes, fundición, autopartes, cosméticos y farmacéutica.
La decisión fue bien recibida por la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), que consideró la medida como una reivindicación histórica del sector y una señal positiva hacia una mayor competitividad del entramado productivo. La entidad destacó además la necesidad de avanzar en una política más amplia que contemple reintegros eficientes, devolución ágil del IVA exportador y una estructura tributaria más favorable a la producción nacional.
Pero más allá del gesto puntual, el alcance estructural de la medida debe leerse en el marco de una estrategia económica de tinte liberal-libertario que desmantela herramientas clave de política industrial. En términos cepalinos, reducir los impuestos a la exportación de bienes con valor agregado es una acción coherente con la necesidad de superar el patrón primario-exportador. Sin embargo, sin una estrategia que articule financiamiento, innovación, infraestructura y planificación productiva, el riesgo es que esta decisión quede aislada, beneficiando a los jugadores ya consolidados del comercio exterior sin fortalecer el ecosistema pyme ni revertir las asimetrías regionales.
En efecto, la baja de retenciones industriales podría ser un punto de partida para una política de desarrollo basada en la agregación de valor y el cambio estructural. Pero para que eso ocurra, es necesario sostener una mirada más compleja que combine incentivos fiscales con una política industrial activa, con foco en sectores estratégicos, articulación público-privada y protagonismo federal.
De lo contrario, el “alivio fiscal” puede transformarse en un espejismo: una buena noticia en el corto plazo que no logra cambiar las condiciones estructurales que impiden que Argentina transite el camino de un desarrollo con industria, empleo y tecnología.