Francisco en clave Glocal

Desde un enfoque para el desarrollo hasta una ética del ambiente, la pastoral social del Papa Francisco dejó su marca en el mundo, aun cuando su mensaje muchas veces desafió el sentido común dominante

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Desde un enfoque para el desarrollo hasta una ética del ambiente, la pastoral social del Papa Francisco dejó su marca en el mundo, aun cuando su mensaje muchas veces desafió el sentido común dominante. Hoy, con su partida, nos queda una herencia de gestos, palabras y orientaciones que invitan a imaginar otra humanidad posible. En esta nota, recuperamos algunos de los pilares de su pensamiento global, profundamente enraizado en la realidad del Sur.

Una visión para el desarrollo

Francisco impulsó una concepción del desarrollo que va mucho más allá del crecimiento económico. En su encíclica Laudato si’, denunció las lógicas de acumulación que despojan a las comunidades de sus territorios y bienes, e invitó a pensar una “ecología integral” que articula el cuidado del ambiente con la justicia social, la economía solidaria y la cultura del encuentro.

Su propuesta recupera una dimensión comunitaria del desarrollo, afín a las ideas de Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía, sobre la gestión colectiva de los bienes comunes. Francisco valora la capacidad de las comunidades para organizarse en torno al uso y cuidado de sus territorios, tal como señala en Laudato si’.

Este enfoque dialoga también con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2030), especialmente con el ODS 16 (instituciones inclusivas) y el ODS 17 (alianzas para lograr los objetivos), al proponer un nuevo pacto social donde el protagonismo de los pueblos y su derecho a decidir sobre su destino sean parte esencial de la sostenibilidad global. Francisco nos invita a abandonar el modelo tecnocrático y avanzar hacia una economía centrada en la dignidad humana, donde “los pobres no sean vistos como un problema sino como parte activa de la solución”.

Una mirada sobre la sustentabilidad ambiental del planeta

Francisco entendió, como pocos líderes globales, que el desarrollo no puede medirse solamente en cifras o en crecimiento económico.

Con formación en química, Francisco comprendió la urgencia de abordar la crisis ecológica. En Laudato si’ proclamó con fuerza: “la tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”. Francisco no sólo denunció, también propuso. Invitó a la humanidad a una conversión ecológica que supere la “cultura del descarte”. Su llamado a una nueva ética del cuidado tocó a científicos, creyentes y no creyentes, y su voz resonó en cumbres ambientales y barrios empobrecidos por igual.

La advertencia sobre una “tercera guerra mundial en cuotas”

Francisco alertó sobre una “tercera guerra mundial en cuotas”, refiriéndose a los múltiples conflictos que asolan el mundo. Criticó la lógica del poder y la indiferencia ante el sufrimiento humano, abogando por un orden internacional basado en el diálogo y la justicia. Su mensaje resuena hoy con renovada urgencia.​

Una ética del otro

En un mundo hiperfragmentado, individualista y ansioso, Francisco fue un sembrador de encuentros., Francisco promovió una “cultura del encuentro” que prioriza la escucha, el reconocimiento y la empatía. Su enfoque pastoral subrayó la importancia de construir relaciones auténticas y solidarias, fundamentales para una convivencia armoniosa.​

Una reflexión sobre la esperanza

En su última propuesta evangélica a comienzos del año 2025 presentó el Jubileo de la Esperanza, Francisco instó a mantener viva la llama de la esperanza, animando a mirar al futuro con confianza y apertura. Su legado es un llamado a la esperanza activa, a la construcción de un mundo más justo y fraterno.​

Hoy que su luz se apaga en la tierra, se enciende aún más su legado: el de un mundo más justo, más fraterno, más humano.

Francisco fue un símbolo de paz y desarrollo para la humanidad. Un hombre local, con visión global.