Gobernar la inteligencia
En nuestra quinta entrega de GloCal sobre el ILIA 2025 analizamos la dimensión de gobernanza, donde se definen las reglas del juego digital. Políticas, ética y regulación: los pilares institucionales para que la inteligencia artificial sirva al desarrollo y no al control.
SOCIAL
GloCal


La tercera dimensión del Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2025 —Gobernanza— pone el foco donde la tecnología se encuentra con la política. No basta con tener infraestructura y talento: la inteligencia artificial necesita normas, instituciones y estrategias que orienten su uso hacia el bienestar colectivo.
El informe elaborado por la CEPAL y el CENIA revela que solo nueve de los diecinueve países de la región cuentan con una estrategia nacional de IA. Chile, Brasil y Uruguay encabezan el grupo, mientras que Argentina, México, Colombia y Costa Rica avanzan con hojas de ruta en desarrollo. En el resto, la discusión recién comienza o permanece en el ámbito académico.
Pero el problema no es solo la ausencia de planes, sino su nivel de implementación. Pocas estrategias incluyen indicadores de seguimiento, presupuesto asignado o mecanismos de evaluación. El ILIA destaca que muchos planes se anuncian con grandes objetivos —ética, equidad, transparencia—, pero sin recursos concretos para cumplirlos.
Otro aspecto clave es la participación social. La mayoría de los países incorpora actores técnicos (academia, industria, agencias de innovación), pero excluye a la ciudadanía. Según el índice, solo seis países contemplan instancias públicas de debate, y en muy pocos los resultados son vinculantes. Esta falta de deliberación amenaza con convertir la IA en un campo exclusivo de expertos, ajeno a la discusión democrática.
En materia de ética y sustentabilidad, los avances son desiguales. Solo cuatro países integran criterios ambientales o de género en sus políticas digitales. En un contexto de crisis energética y extractivismo de datos, la sostenibilidad debería ser el nuevo horizonte de la gobernanza tecnológica.
Desde una mirada GloCal, la gobernanza de la inteligencia artificial es el verdadero campo de disputa del siglo XXI. Si América Latina no desarrolla marcos regulatorios propios y cooperativos, dependerá de las reglas impuestas por potencias y corporaciones. El desafío no es prohibir ni acelerar, sino gobernar: diseñar políticas que garanticen transparencia, equidad y soberanía digital.
Porque en definitiva, la inteligencia artificial no solo se programa: se gobierna. Y el modo en que la región lo haga definirá si esta revolución amplía derechos o reproduce desigualdades.
