Inclusión laboral

El trabajo como condición de posibilidad para la igualdad. El empleo es más que una fuente de ingresos: es la base sobre la que se construyen derechos, autonomía y cohesión social. En América Latina, pensar el futuro del trabajo exige poner la inclusión laboral en el centro de la agenda pública.

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¿Qué entendemos por inclusión laboral? No se trata simplemente de que más personas accedan a un empleo, sino de que ese acceso sea en condiciones dignas. Ingresar al mercado de trabajo y permanecer en él no garantiza, por sí solo, una vida fuera de la pobreza ni el ejercicio pleno de derechos. Por eso, desde una mirada estructural, la inclusión laboral implica tanto superar las barreras de entrada como transformar las condiciones de participación: calidad del empleo, remuneraciones justas, protección social, igualdad de oportunidades y posibilidades reales de desarrollo personal.

En América Latina, los mercados laborales funcionan como espejos de las desigualdades sociales. Mujeres, jóvenes, afrodescendientes y pueblos indígenas se insertan, cuando lo logran, en los sectores más precarios, con altos niveles de informalidad y escaso reconocimiento. El informe de CEPAL, coordinado por Mariana Huepe, advierte que estas desigualdades no solo persisten sino que tienden a profundizarse si no se actúa con decisión. Las nuevas dinámicas globales —digitalización, transición ecológica, envejecimiento poblacional— redefinen el mundo del trabajo y exigen respuestas a la altura.

Desde esta perspectiva, el trabajo decente, tal como lo define la OIT, es un componente esencial de cualquier estrategia de desarrollo con equidad. No se trata solo de producir más, sino de hacerlo mejor: con más y mejores empleos, que permitan el acceso a la protección social y al ejercicio efectivo de la ciudadanía económica.

El documento sostiene que no puede haber un futuro del trabajo sin un futuro de la producción, y que ambos deben avanzar en clave de inclusión. Esto requiere políticas públicas integrales: desarrollo productivo sostenible, formación profesional continua, fortalecimiento de la institucionalidad laboral y un sistema de cuidados que reconozca el trabajo reproductivo como parte del engranaje económico.

En definitiva, la inclusión laboral no es un tema sectorial ni una demanda de nicho: es una clave de lectura para comprender —y transformar— el modelo de desarrollo en América Latina. Colocarla en el centro del debate es urgente, porque sin inclusión no hay desarrollo.