La ciudad nos transforma
En diálogo con GloCal, la arquitecta Marcela Michelutti reflexiona sobre el paisaje urbano como infraestructura vital. Desde la teoría de la ventana rota hasta el diseño del Polo Científico, propone un urbanismo que transforma vínculos y educa con lo que construye.
SOCIAL
GloCal


La conversación con la arquitecta Marcela Michelutti comienza en tono calmo, casi como en una mesa de café. No hay urgencias, pero sí una pregunta que atraviesa toda la charla: ¿cómo mirar la ciudad sin dejar de habitarla? Desde esa complicidad, emergen los temas con naturalidad: la seguridad, el paisaje, el diseño urbano, el sentido de comunidad, la belleza. Hablar de urbanismo, en este caso, no es hablar de planos: es hablar de cómo nos sentimos donde vivimos.
En ese clima, aparece una referencia que se vuelve punto de partida: la conocida teoría de la ventana rota. Nacida a fines de los años 70, se basó en un experimento sociológico que mostró cómo un auto abandonado —al que se le rompía una ventana— podía desencadenar un efecto dominó de vandalismo y deterioro. La teoría sostenía que los signos visibles de abandono urbano favorecen la inseguridad. Por años, esta lógica guió políticas públicas de "tolerancia cero", enfocadas más en el control del desorden que en las causas profundas.
Y es ahí donde Michelutti introduce una mirada crítica. En el grupo de WhatsApp que integra junto al divulgador Gerry Garbulsky, director de TED en Español, este año se propuso una consigna:
“¿En qué cambiaste de opinión?”
Ella recuerda que quienes desarrollaron la teoría de la ventana rota también cambiaron de opinión con los años, al reconocer que la relación entre orden y seguridad no era lineal ni suficiente.
“Ellos mismos reconocieron que esa lectura era parcial. Que mantener un espacio sano y cuidado ayuda, pero no alcanza. Que hay que trabajar la trama social, con todas sus complejidades. Porque la ciudad es un organismo vivo, y toda intervención tiene múltiples efectos: positivos y negativos.”
Desde esa comprensión más amplia del espacio urbano, Michelutti despliega su obra. Arquitecta especializada en paisajismo, ha desarrollado múltiples proyectos en la ciudad de Río Cuarto, entre ellos el programa de centros comerciales a cielo abierto, mediante articulación público-privada entre CECIS y la Municipalidad, y más recientemente, la intervención paisajística del Polo Científico y Tecnológico.
Sobre este último diseño detalla:
“Diseñamos una plaza frontal que invita y abraza, una plaza seca central para usos múltiples, y una franja lineal con árboles, bancos y canteros, donde se pueda trabajar o estudiar al aire libre. Está todo recién plantado, pero la esencia está. El verde no es adorno: cualifica, humaniza, nos conecta con el tiempo y sus ciclos vitales.”
Su concepción del paisajismo se aleja del embellecimiento superficial y se acerca al diseño de experiencias urbanas significativas:
“Hay gente que trabaja desde lo decorativo. No es mi caso. Yo trabajo el verde como herramienta arquitectónica. La arquitectura del paisaje también es arquitectura. Aporta servicios ecosistémicos, mejora el confort térmico, da sombra, reparo, lugar para estar. Es una forma de habitar.”
Y cierra con una convicción que recorre su obra y su pensamiento:
“Uno transforma la ciudad, y la ciudad nos transforma. Yo creo profundamente en eso, en la ciudad educadora.”
En tiempos de replanteos sobre qué tipo de desarrollo queremos, su voz aporta una clave esencial: la ciudad glocal también enseña, incluso cuando no nos damos cuenta. Pensar un modelo productivo, científico o comercial exige también pensar el paisaje urbano que lo aloja: no como decorado, sino como vínculo, lenguaje y promesa.

