La complejidad del territorio

En la segunda entrega de nuestro análisis del informe de Fundar, abordamos las brechas en complejidad económica entre provincias. La desigual capacidad de producir bienes sofisticados marca el presente y el futuro del desarrollo federal argentino.

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GloCal

La semana pasada en GloCal presentamos un panorama sobre las desigualdades en la estructura productiva y exportadora de las provincias argentinas, a partir del nuevo informe de Fundar. Hoy, en la segunda entrega de esta serie, avanzamos hacia un diagnóstico central: cómo se distribuye la complejidad económica en el territorio y qué implica para el desarrollo futuro de la Argentina.

La complejidad económica mide la capacidad de una provincia para producir y exportar bienes sofisticados. Para ello, Fundar utiliza dos indicadores clave: el Índice de Complejidad Económica (ICE) y el Índice de Complejidad Futura (COI). El ICE refleja las capacidades productivas ya existentes; el COI estima el potencial de diversificación hacia productos más complejos. Ambos indicadores permiten ver no solo cómo estamos, sino hacia dónde podemos ir.

El panorama es preocupante. Solo cinco provincias —Buenos Aires, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Mendoza— están por encima del promedio mundial en complejidad económica. La provincia de Buenos Aires es el único caso con ICE y COI positivos, lo que indica que no solo tiene una matriz productiva sofisticada, sino también margen para seguir complejizándola. En el otro extremo, la mayoría de las provincias del Norte Grande y la Patagonia presentan bajos niveles de complejidad actual y perspectivas limitadas para el futuro.

Lo más inquietante: ninguna provincia argentina califica como “futura promesa”, es decir, con baja complejidad actual pero alto potencial futuro. Esto sugiere que, sin políticas públicas activas, la estructura productiva tenderá a reforzar las desigualdades existentes.

Sostenemos que esta lectura es clave para repensar el federalismo productivo. La capacidad de innovar, diversificar y agregar valor está concentrada, y no se distribuirá sola. La geografía económica no es destino, pero sí condicionante: las capacidades productivas se acumulan, y su difusión requiere planificación, inversión y política industrial.

En próximas entregas, exploraremos cómo ha evolucionado esta complejidad en la última década y qué sectores podrían convertirse en motores del desarrollo provincial. La consigna que guía esta serie es clara: entender la complejidad es clave para construir un país más equitativo, competitivo y sostenible.