La Universidad en los límites del mercado
En tiempos donde el conocimiento es fuerza productiva, el libro La Universidad en tiempos de capital tecnológico, de Cristian Santos (UNIRIO, 2017), adquiere una relevancia inquietante.
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En tiempos donde el conocimiento es fuerza productiva, el libro La Universidad en tiempos de capital tecnológico, de Cristian Santos (UNIRIO, 2017), adquiere una relevancia inquietante. No por nostalgia de una academia idealizada, sino porque desmenuza con precisión quirúrgica las tensiones que atraviesan hoy la relación entre la Universidad, la industria, la ciencia y la producción. Si la universidad actual se comporta como una empresa, ¿qué consecuencias tiene eso para el desarrollo territorial, para la política pública y para la autonomía del pensamiento?
Santos propone una tesis provocadora pero difícil de refutar: la Universidad del capital tecnológico es, de hecho, una empresa de cuarta generación, es decir, una institución que gestiona conocimiento tecnológico con fines comerciales. Sus funciones ya no se agotan en formar profesionales o hacer ciencia básica. Hoy, patenta, licencia, transfiere tecnología y crea startups. Pero el problema no es solo lo que hace, sino cómo eso transforma su esencia: la lógica del mercado irrumpe como criterio de validación de saberes.
El fenómeno no es nuevo, pero se ha intensificado bajo políticas que desde los años 80 transformaron a las universidades en unidades de vinculación tecnológica. La pregunta que Santos coloca en el centro del debate es crucial: ¿es posible gestionar conocimiento universitario con forma mercantil sin perder la identidad de la Universidad como derecho humano y bien público?
El libro se vuelve así una brújula para actores que buscan articular ciencia, producción y territorio sin resignar la dimensión crítica de la academia. Desde Glocal, creemos que esta reflexión no solo debe quedarse en el claustro: interpela a cámaras empresariales, gobiernos locales, centros tecnológicos y actores del desarrollo que ven en la universidad una aliada estratégica. Pero para que esa alianza no sea colonización, hace falta más que acuerdos: hace falta teoría, política y proyecto.
Porque el conocimiento también puede ser mercancía, sí. Pero también puede ser emancipación. Y el lugar que le demos a la Universidad en la nueva matriz productiva definirá el horizonte de lo posible. ¿La queremos como socia en el desarrollo o como prestadora de servicios? La respuesta nos involucra a todos.