Los ingenieros del crecimiento
El Nobel de Economía 2025 distinguió a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por sus investigaciones sobre innovación y crecimiento sostenido. Sus aportes explican cómo el conocimiento, la ciencia y la competencia tecnológica impulsan la productividad y reconfiguran los motores del desarrollo económico contemporáneo.
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La Real Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Economía 2025 a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por “explicar el crecimiento económico impulsado por la innovación”. La distinción reconoce tres trayectorias intelectuales que ayudaron a entender por qué las economías prosperan cuando apuestan por el conocimiento, la tecnología y la capacidad de reinventarse.
El historiador económico Joel Mokyr (Universidad Northwestern, EE. UU.) recibió la mitad del galardón por su análisis de los orígenes culturales del progreso. Su obra destaca cómo la combinación entre curiosidad científica, espíritu emprendedor y apertura institucional generó las condiciones para el despegue de la Revolución Industrial y, más tarde, para el crecimiento sostenido moderno. Mokyr explica que la innovación no surge solo de los laboratorios, sino de una “actitud cultural hacia el cambio” que transforma los descubrimientos en bienestar colectivo.
La otra mitad del premio fue compartida por los economistas Philippe Aghion (Collège de France) y Peter Howitt (Brown University) por su modelo de “crecimiento endógeno basado en la destrucción creativa”. Su enfoque, desarrollado desde la década de 1990, formaliza la idea de que el progreso económico proviene del reemplazo constante de tecnologías, empresas y productos por otros más eficientes. En este marco, la innovación es un proceso competitivo que impulsa la productividad, pero también exige políticas activas para sostener la inversión en investigación y proteger a los trabajadores desplazados.
El jurado destacó que sus teorías han influido tanto en la economía académica como en el diseño de políticas públicas, desde los programas de apoyo a startups tecnológicas hasta las estrategias de reconversión industrial. Las ideas de Aghion y Howitt, complementadas por la mirada histórica de Mokyr, ofrecen un marco integral para pensar el desarrollo en el siglo XXI: la innovación no es un lujo, sino una necesidad estructural.
Desde la mirada glocal, este Nobel refuerza la importancia de conectar conocimiento y territorio. Los desafíos de la productividad, la digitalización y la sostenibilidad requieren ecosistemas donde ciencia, industria y educación trabajen de manera integrada. Si el crecimiento tiene ingenieros, su misión no es solo diseñar máquinas más rápidas, sino sociedades más inteligentes y equitativas.