Niños primero: la contracara del ajuste

Mientras los recortes golpearon con fuerza a jóvenes y adultos, la niñez fue la excepción en 2024. El informe de Fundar y CIAS muestra que la inversión en niños creció 13,8% en términos reales gracias al impulso de la AUH y el Plan 1000 Días.

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Un dato alentador en medio del ajuste

En el escenario de reducción generalizada, el gasto social dirigido a niños tuvo un comportamiento distinto: aumentó 13,8% en términos reales. Este crecimiento no es menor: se trata del segmento más golpeado por la pobreza en Argentina, con más de la mitad de los niños viviendo en hogares pobres.

El motor de la AUH y el Plan 1000 Días

El incremento se explica principalmente por el fortalecimiento de la Asignación Universal por Hijo (AUH), cuyo beneficio real subió 47,5% en promedio anual y casi se duplicó entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024. A esto se sumó la expansión del Plan 1000 Días, que creció 204% y busca reforzar la cobertura en la primera infancia y maternidad.

El informe subraya que estos avances revierten la caída sostenida de la inversión en AUH y Tarjeta Alimentar registrada entre 2021 y 2023.

Luces y sombras de la Tarjeta Alimentar

La otra gran herramienta, la Tarjeta Alimentar, amplió su cobertura hasta adolescentes de 17 años, alcanzando a más de 4,5 millones de beneficiarios. Sin embargo, el monto real de la prestación cayó 15%, porque los aumentos discrecionales quedaron por debajo de la inflación. Esto explica por qué, pese a la expansión de la AUH, la inversión total en políticas de niñez creció menos de lo esperado.

Hacia una política de Estado para la infancia

El dato histórico es que la relación de gasto entre adultos mayores y niños alcanzó su mínimo: hoy se invierten 2,65 pesos en adultos mayores por cada peso destinado a niños, frente a los 4,59 de 2010. Es un giro que marca un cambio de prioridades.

El desafío ahora es consolidar este sendero. La Argentina no puede permitirse una infancia empobrecida: invertir en niños es invertir en el futuro productivo y federal. Convertir este impulso en política de Estado estable y previsible es la llave para quebrar la transmisión intergeneracional de la pobreza y sentar bases para una sociedad más equitativa.