“No hay que preocuparse, sino ocuparse”
Gustavo Perlo, empresario agroalimentario de Río Cuarto, reflexiona en diálogo con GloCal desde Indianápolis sobre los límites y posibilidades de la inteligencia artificial en el corazón del agro global.
INDUSTRIA
GloCal


Una charla que incomoda y abre la cabeza
La escena transcurre en Indianápolis, en el marco de la Misión Exploratoria Agtech 2025 que reúne a empresarios, universidades y funcionarios del ecosistema agroindustrial cordobés en una travesía estratégica por el Corn Belt estadounidense. Entre conferencias, visitas técnicas y espacios de vinculación internacional, Gustavo Perlo, empresario agroalimentario de Río Cuarto, participa de una jornada particular. Una conferencia que —según sus propias palabras— “tiró títulos que asustan”.
La expositora es Rebeca Hwang, experta en Inteligencia Artificial con base en Silicon Valley y reconocida por anticipar con claridad los procesos disruptivos que marcan la agenda tecnológica global. “Fue una charla distinta, de las que incomodan y abren la cabeza”, comenta Perlo en diálogo exclusivo con GloCal. “Nos explicó que la IA no es una moda pasajera ni algo de ciencia ficción. Está acá, ahora, cambiando el modo en que se toman decisiones en todos los niveles de la organización productiva”.
Para Hwang, la inteligencia artificial entró en una nueva etapa. Si la primera fase fue predictiva y la segunda generativa, la tercera —ya en marcha— es la de los agentes inteligentes: programas capaces de tomar decisiones y ejecutar acciones autónomamente, sin intervención humana directa. “Eso significa que la IA puede hacer cosas que antes eran exclusivas del razonamiento humano: contratar personal, definir asignaciones de recursos, gestionar operaciones. Y todo, en tiempo real”, resume Perlo.
La velocidad de lo inevitable
Lo que impacta no es solo lo que la IA puede hacer, sino la velocidad con la que lo hace. “Nos decía que lo que antes tomaba dos años de desarrollo hoy ocurre en tres meses. La innovación ya no se planifica a largo plazo, se activa y se reinventa cada semana. Y si no te subís, quedás afuera”, reflexiona.
Pero no todo es vértigo. La charla también ofreció una lectura estratégica sobre los límites materiales del avance digital. La IA necesita energía, agua y datos. En ese marco, Hwang advirtió que el gran cuello de botella no será la tecnología, sino los insumos que esta requiere para escalar. “Y ahí Argentina tiene algo que decir”, apunta Perlo.
“Tenemos agua dulce, capacidad de generación energética diversificada —solar, eólica, hidráulica, biomasa— y experiencia en nuclear. Esos recursos van a volverse claves. No solo como ventaja competitiva, sino como garantía de soberanía tecnológica”, agrega.
Hwang también fue enfática sobre los riesgos sociales de este proceso. Los agentes inteligentes, que aprenden de quienes los programan, a menudo terminan reemplazando a sus propios maestros. Esto está generando tensiones dentro de las organizaciones, donde muchos roles pierden sentido frente a sistemas que aprenden y mejoran sin pausa. “Eso interpela a quienes lideramos empresas. Tenemos que redefinir el valor del trabajo, cuidar nuestros equipos y asumir un nuevo rol formativo”, advierte Perlo.
Una oportunidad para Río Cuarto
Desde su experiencia como industrial radicado en Río Cuarto, Perlo no pierde de vista el impacto territorial de esta transformación. “Tenemos un ecosistema productivo fuerte, una universidad pública conectada, jóvenes con ganas. Pero necesitamos más conciencia de lo que se viene. Esto no es el futuro, es el presente acelerado”.
Para él, el viaje a Indianápolis y St. Louis es mucho más que una gira técnica. Es un llamado. “A veces hace falta salir para mirar con más claridad lo que uno tiene. Y volver con preguntas nuevas. No hay que tener miedo. Como dijo Rebeca al cerrar la charla: No hay que preocuparse, sino ocuparse”.
En el corazón del maíz estadounidense, el sur cordobés busca su lugar en la próxima revolución industrial. GloCal lo sigue de cerca.