Oxigeno a la Industria

Aunque la producción nacional atraviesa un panorama de incertidumbre, el sector metalúrgico argentino demuestra que es posible diseñar estrategias sostenibles de mediano plazo. Un informe técnico de 2022 sigue marcando el rumbo.

INDUSTRIA

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En tiempos donde la economía argentina parece transitar entre vaivenes financieros, caídas de la producción y debates urgentes sobre el tipo de modelo económico, resulta clave no perder de vista las agendas estratégicas. Entre ellas, la transición hacia una industria más eficiente en el uso de recursos y con menor huella ambiental. Ese es el espíritu que guía el informe “Hacia la eficiencia de recursos y la descarbonización en el sector metalúrgico en Argentina”, elaborado en 2022 por la cooperación alemana GIZ junto a ADIMRA, UTN, CAFMA, CAFAS, CIFRA y otros actores públicos y privados del ecosistema productivo.

Lejos de ser un trabajo técnico aislado, el informe constituye una hoja de ruta construida colectivamente para pensar transformaciones posibles en tres subsectores industriales estratégicos: la fundición, la maquinaria agrícola y los acoplados y semirremolques. Todos ellos con fuerte presencia en el entramado PyME del país, alto contenido tecnológico y una vinculación transversal con sectores como la agroindustria, la logística y la energía.

El trabajo analiza las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del sector metalúrgico, identifica procesos críticos y propone nueve medidas concretas de reducción de impacto ambiental. Entre las más destacadas:

  • El uso de aleaciones más livianas y resistentes en el diseño de maquinaria y vehículos,

  • La valorización de residuos industriales como virutas metálicas y arenas de fundición,

  • La inclusión de estos materiales como materias primas secundarias mediante normativas específicas,

  • La creación de incentivos fiscales, financieros y normativos para el recambio de equipos obsoletos y la incorporación de tecnologías más eficientes.

Además, se reconoce que muchas de estas medidas pueden tener un impacto indirecto en sectores como el transporte y la agricultura, al reducir el consumo de combustible, disminuir el peso de las unidades y mejorar la eficiencia operativa en toda la cadena de valor.

Un punto central del informe es que todas las propuestas fueron validadas con actores clave: empresas, cámaras sectoriales, ministerios nacionales y universidades públicas. Esto permitió no solo garantizar la viabilidad técnica de las medidas, sino también articular una mirada común sobre el tipo de industria que Argentina necesita construir.

En sus conclusiones, el documento plantea que avanzar en eficiencia de recursos y descarbonización no debe depender de condiciones ideales, sino de la voluntad de coordinar acciones, definir prioridades y aplicar criterios de política industrial moderna. Propone que la descarbonización del sector no es una amenaza para el empleo ni para la producción, sino una palanca para generar inversiones, reconversión tecnológica y posicionamiento internacional en un mundo donde la sostenibilidad es una condición de competitividad.

En definitiva, el informe recuerda que la sostenibilidad no es una moda, sino una necesidad. Y que incluso en medio de la incertidumbre, se puede —y se debe— proyectar una industria más limpia, integrada y capaz de liderar procesos de innovación con impacto social y territorial. Porque las agendas del futuro no pueden seguir esperando.