Semillas de tecnología
Desde Río Cuarto, Semillero Don Lorenzo irrumpió con una apuesta tecnológica que conecta al interior profundo con las redes globales de innovación. La semilla deja de ser grano: se vuelve dato, flujo y estrategia de un territorio que se reinventa.
AGRO


En la Sociedad Rural de Río Cuarto, Semillero Don Lorenzo junto a Don Mario mostraron que la innovación no necesita grandes ciudades para desplegarse. Nace al lado del campo, en diálogo directo con el productor, allí donde se decide cada campaña. Lo que se presentó no fue solo una novedad técnica, sino la confirmación de que el interior profundo puede ser también un centro de innovación y estrategia productiva.
La semilla tamañada fue el centro de la escena. Granos calibrados con precisión milimétrica, pensados para sembradoras que exigen uniformidad. No es un detalle agronómico: es una nueva dinámica territorial. Porque en cada grano estandarizado convive la genética local con los flujos globales de tecnología, logística y mercados.
El mensaje fue claro: desde un pueblo del sur cordobés puede proyectarse un nodo de alcance internacional. Don Lorenzo abre oficina en Río Cuarto porque entiende que aquí no se juega solo la campaña 25-26, sino la construcción de un corredor productivo que conecta con cadenas globales.
Los paneles reforzaron esa idea. El financiamiento, las energías renovables, la innovación tecnológica y la política no fueron temas sueltos. Todos apuntaron a la misma pregunta: ¿cómo hacer que un territorio periférico se inserte en el mapa global sin perder identidad? La respuesta estaba en la semilla, como símbolo de un flujo que nace en la tierra, atraviesa laboratorios y termina en barcos que salen al mundo.
La jornada “Sembrando Futuro” mostró que el interior profundo ya no es solo proveedor de materias primas. Es productor de tecnología, de conocimiento y de visión estratégica. Allí radica la fuerza de este lanzamiento: en la capacidad de transformar un campo en plataforma, una semilla en tecnología y un territorio en actor global.
El futuro del agro argentino no se jugará únicamente en los despachos del centro ni en las torres de las multinacionales. También germinará, como ocurrió en Río Cuarto, en el interior del interior, donde los flujos globales encuentran raíces locales capaces de sostenerlos y darles sentido.