¿Será el “Shock Trump” tan trascendental como el “Shock Nixon”?
«Mi filosofía, señor Presidente, es que todos los extranjeros están tratando de jodernos, y nuestro trabajo es joderlos primero».
SOCIAL
Yanis Varoufakis en UnHerd - Traduccion para GloCal


«Mi filosofía, señor Presidente, es que todos los extranjeros están tratando de jodernos, y nuestro trabajo es joderlos primero». Con estas palabras, el secretario del Tesoro de EE. UU. convenció al presidente de dar un golpe colosal a la economía global. Según uno de los hombres del presidente, el objetivo era provocar «una desintegración controlada de la economía mundial».
Pero estas no fueron palabras de ningún miembro del equipo de Donald Trump previo al estallido arancelario del llamado “Día de la Liberación”. Aunque suenan marcadamente trumpistas, fueron pronunciadas en el verano de 1971 por John Connally, entonces secretario del Tesoro, quien logró persuadir al presidente Nixon de lanzar el infame “Shock Nixon” pocos días después.
Los analistas deberían evitar calificar al actual golpe económico de Trump como “sin precedentes” o destinado al fracaso como si fuera una acción imprudente aislada. El “Shock Nixon” fue mucho más devastador —especialmente para Europa—, y justamente por esa devastación, sus arquitectos lograron su objetivo: consolidar la hegemonía estadounidense incluso con déficits gemelos (comercial y fiscal).
Esto no garantiza el éxito de la versión trumpista, pero sí demuestra que lo bueno para las élites gobernantes de EE. UU. no siempre es bueno para los estadounidenses ni para el mundo. Uno de los asesores más brillantes de Nixon resumió así el dilema: “Es tentador ver al mercado como árbitro imparcial. Pero al equilibrar la estabilidad internacional con la libertad para actuar en política nacional, varios países, incluido EE. UU., optaron por lo segundo”. Luego agregó: “Una desintegración controlada de la economía mundial es un objetivo legítimo para los años ochenta”.
Diez meses después, ese hombre —Paul Volcker— asumió la presidencia de la Reserva Federal. Pronto duplicó y triplicó las tasas de interés. El desmantelamiento del régimen de tipo de cambio estable impulsado por Nixon, Connally y Volcker se completó con estas subas, mucho más dolorosas que cualquier arancel trumpista.
Trump no es el primer presidente en buscar esa desintegración controlada como vía para revitalizar la hegemonía. Nixon ya había hecho lo mismo. Y la ironía es que el mundo que hoy llora el establishment liberal occidental —con su globalización, neoliberalismo y financiarización— fue parido por ese shock original.
El equipo de Nixon se planteó cómo sostener la hegemonía en un país con déficit sin restringir el gasto ni arriesgar el poder militar. La solución fue lo opuesto: ampliar el déficit comercial y hacer que lo paguen los capitalistas extranjeros. Para ello, desataron a Wall Street, liberándolo de los controles heredados del New Deal y Bretton Woods. Pero esto requería una nueva teoría económica y una ideología política acorde: el neoliberalismo.
Así, con miles de millones de dólares extranjeros y mercados desregulados, surgió la financiarización. Y cuanto más dependía el sistema de los déficits estadounidenses para sostener la demanda global, mayor fue el volumen del comercio global necesario para estabilizarlo. Así nació la globalización.
Este mundo —el de la generación X— fue sacudido por la crisis de 2008. Aunque EE. UU. conservó su hegemonía tras los rescates de 2009, perdió dinamismo. El “Shock Nixon” se agotó, y el “Shock Trump” busca renovar esa hegemonía. Pero hay diferencias. Ambos apuntan a devaluar el dólar, pero mientras Nixon dejó que lo hicieran los mercados (empujando los precios del petróleo y afectando a Europa y Japón), Trump busca que sus aranceles inflijan el daño que antes infligían las tasas de interés.
El futuro del “Shock Trump” dependerá de su capacidad de perdurar, lo que requiere consenso bipartidista. Nixon tuvo continuidad con Carter, Volcker y Reagan. ¿Puede el sistema político estadounidense replicar eso hoy? Parece improbable, aunque Biden ha continuado y profundizado los aranceles contra China iniciados por Trump.
Si el “Shock Trump” tiene éxito, ¿qué mundo emergerá? Tal vez es pronto para saberlo, pero el neoliberalismo ya es desafiado por una nueva fe tecno-feudal: capital en la nube, inteligencia artificial y la fusión hombre-máquina. La financiarización enfrentará presiones similares. Wall Street no resistirá por mucho tiempo la fusión entre el capital digital y el financiero.
Y en lugar de una “Aldea Global”, lo que se asoma es la “Nación Amurallada”. Pero que retroceda la globalización no implica el regreso a la autarquía. El “Shock Trump” nos empuja a un planeta dividido: por un lado, los países vasallos que ceden al plan Trump; por otro, los que apuestan por la experiencia BRICS.
Todas las generaciones creen estar al borde de un cambio histórico. La nuestra, tristemente, lo está. Y más que en el carácter del hombre en la Casa Blanca, conviene recordar que el “Shock Nixon” fue más importante que Nixon. Si aquel presidente pudo moldear el mundo a su imagen, dejándolo más duro y desigual, no cabe duda: Trump puede hacerlo de nuevo.
Fuente: Varoufakis, Y. (2025, abril 3). Will the Trump Shock prove as momentous as the Nixon Shock? UnHerd.