Sheinbaum primer año de gobierno

El aniversario del primer año de gobierno abre una radiografía de la economía mexicana: estabilidad macro, inversión extranjera récord y expansión social, pero con nubarrones en inversión privada y seguridad. El desafío: consolidar un modelo de desarrollo en clave geopolítica regional.

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El aniversario del primer año de gestión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México fue más que un acto protocolar: se convirtió en un ejercicio de diagnóstico nacional y de proyección geopolítica. La mandataria eligió sostener su mensaje en cifras que exhiben tanto la fortaleza macroeconómica como los retos estructurales de la cuarta economía de América Latina.

Los indicadores presentados trazan un panorama de estabilidad controlada. El crecimiento del PIB se mantiene positivo pese a los pronósticos adversos, la inflación se ubica en torno al 3.5% y el peso conserva firmeza frente al dólar, lo que refuerza la confianza en los equilibrios financieros. A ello se suma una tasa de desempleo que ronda mínimos históricos y un salario mínimo que, con aumentos sostenidos, ha recuperado poder adquisitivo perdido durante décadas.

Uno de los hitos más celebrados fue la inversión extranjera directa récord, que superó los 36 mil millones de dólares en apenas un semestre. Este dato es estratégico: reafirma a México como plataforma de manufactura global en un contexto de relocalización productiva (nearshoring) y tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Al mismo tiempo, el turismo experimentó un repunte de casi 14%, consolidando al país como polo de atracción en el escenario internacional.

El énfasis social también marcó el balance. Con más de 800 mil millones de pesos destinados a programas de bienestar, el gasto público se redefine como motor redistributivo y de legitimidad política. Este sesgo social, acompañado por obras de infraestructura emblemáticas, refuerza la narrativa de un Estado activo en la conducción del desarrollo.

Pero la fotografía no está exenta de sombras. La inversión privada nacional se mantiene rezagada, lo que refleja dudas sobre el clima de negocios, seguridad jurídica y capacidad de generar condiciones de confianza. La inseguridad, todavía presente en varios territorios, condiciona tanto la competitividad como la percepción externa.

En clave geopolítica, Sheinbaum apuesta a un México bisagra: un país con el promedio arancelario más bajo del mundo, que negocia acuerdos sectoriales con Brasil y defiende su lugar frente a los embates proteccionistas de Washington. La proyección internacional busca anclar a México en la integración regional y en el nuevo mapa del comercio global.

El balance del primer año es claro: un gobierno que combina estabilidad macroeconómica y redistribución social, con una narrativa de soberanía y continuidad. El desafío ahora es transformar esos logros coyunturales en un ciclo sostenido de desarrollo inclusivo, capaz de articular inversión pública, privada y regional bajo un horizonte estratégico de largo plazo.