Trabajar bajo calor
Las olas de calor, la radiación y los nuevos riesgos ambientales desafían la organización del trabajo. El cambio climático obliga a repensar turnos, tecnología y prevención. Cuidar la salud en condiciones extremas también es proteger la productividad y el futuro industrial.
INDUSTRIA
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La crisis climática dejó de ser una preocupación ambiental para convertirse en un problema laboral. Las olas de calor, las lluvias intensas y la exposición prolongada al sol o a agentes químicos alteran las condiciones de trabajo en fábricas, talleres y espacios al aire libre. El cambio climático no es una amenaza distante: ya está impactando en la seguridad y la salud de los trabajadores, y en la eficiencia misma de la producción.
Las normativas argentinas en materia de higiene y seguridad, como la Ley 19.587 y sus decretos reglamentarios, contemplan la obligación de adoptar medidas preventivas frente a riesgos físicos y ambientales. Sin embargo, el escenario actual plantea desafíos nuevos: el aumento sostenido de las temperaturas, la escasez de agua, la necesidad de adaptar ventilación, refrigeración y turnos, y el impacto sobre los equipos y maquinarias. La prevención debe aggiornarse a esta realidad.
Para las PyMEs, el problema no es teórico. El calor extremo puede ralentizar procesos, dañar materiales sensibles o provocar descompensaciones que afectan la atención y aumentan los accidentes. En sectores como la agroindustria, la metalurgia o la construcción, donde la exposición es directa, los costos ocultos del cambio climático se sienten en ausentismo, rotación y menor rendimiento.
Pero el problema también puede convertirse en oportunidad. La gestión ambiental y la salud laboral convergen en una misma estrategia: diseñar espacios más eficientes, incorporar sensores térmicos, mejorar la ventilación y planificar los turnos de acuerdo con las condiciones meteorológicas. Cada ajuste inteligente es una inversión en continuidad productiva.
Desde la teoría de la administración, esto supone un cambio de paradigma: pasar de la reacción a la adaptación. Las empresas que anticipan escenarios climáticos, invierten en bienestar térmico y aplican tecnologías de control ambiental no solo protegen a su gente, sino que aseguran su sostenibilidad a largo plazo.
En Córdoba, donde la industria agroalimentaria y metalmecánica conviven con una gran amplitud térmica, la salud laboral frente al cambio climático es una frontera de innovación. No se trata solo de mitigar riesgos: se trata de rediseñar la producción para un tiempo nuevo. Porque en la industria del futuro, la prevención también será ambiental.
