Una ciudad de servicios con pobreza estructural
Más de la mitad de los hogares de Río Cuarto sufren pobreza multidimensional (54,65%), con predominio del empleo en servicios y trayectorias educativas truncas. La estructura social combina clases medias frágiles y sectores populares vulnerables. (Fuente: CeCRE, 2025)
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Río Cuarto se presenta muchas veces como “la capital alterna” de Córdoba, pero detrás de esa identidad orgullosa conviven tensiones profundas. Los últimos datos del CeCRE muestran que el 54,65% de los hogares padece pobreza multidimensional, mientras que la pobreza por ingresos es del 38,76%. La diferencia revela que la falta de dinero no es el único obstáculo: persisten déficits en vivienda, salud, empleo y educación que limitan la movilidad social.
El mercado de trabajo local ofrece un dato revelador: casi seis de cada diez empleos están en servicios y más de dos en comercio, mientras que la industria y la construcción suman menos de uno de cada cinco. En otras palabras, Río Cuarto es una ciudad cuyo empleo depende en gran medida de actividades vinculadas al consumo interno, muchas veces inestables y de baja productividad. El núcleo industrial —metalúrgico y agroexportador— mantiene peso simbólico y estratégico, pero sin volumen suficiente para generar empleo masivo.
La educación, que debería funcionar como vía de ascenso social, también muestra grietas. En la primaria y hasta los 14 años la escolarización es casi total. Sin embargo, solo el 41% de los jóvenes entre 18 y 23 años continúa estudiando. El corte abrupto en la continuidad educativa reproduce desigualdades y frustra el potencial de una ciudad universitaria. Aunque la tasa de abandono secundario ha descendido, sigue siendo mayor en la gestión pública que en la privada, reforzando la segmentación social.
La foto final es la de una ciudad estratificada: un amplio sector popular atrapado en la pobreza estructural, una clase media sostenida por empleos públicos y profesionales pero cada vez más frágil, y un núcleo empresario-industrial reducido, aunque influyente.
Pensar el futuro de Río Cuarto exige diversificar la base productiva, fortalecer la continuidad educativa y entender que el desarrollo no se mide solo en crecimiento económico, sino en integración social. Lo contrario es aceptar que la capital alterna siga siendo, para muchos, un lugar de oportunidades alternadas más que de derechos asegurados.

